Lo que sí resulta seguro es que Cervantes escribió un
libro divertido, rebosante de comicidad y humor, con el ideal clásico de
instruir y deleitar. Cervantes afirmó varias veces que su primera intención era
mostrar a los lectores de la época los disparates de las novelas de
caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las disparatadas
invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una invectiva contra
los libros de caballerías.
Por la riqueza y complejidad de su contenido y de su
estructura y técnica narrativa, la novela admite muchos niveles de lectura, e
interpretaciones tan diversas como considerarla una obra de humor, una burla
del idealismo humano, una destilación de amarga ironía, un canto a la libertad
o muchas más. También constituye una asombrosa lección de teoría y práctica
literarias. Porque, con frecuencia, se discute sobre libros existentes y acerca
de cómo escribir otros futuros, ya desde la primera parte: escrutinio de la
biblioteca de don Quijote, lectura de El
curioso impertinente en la
venta de Juan Palomeque y disputa sobre libros de caballerías y de historia,
revisión de la novela y el teatro de la época en la conversación entre el cura
y el canónigo toledano... En la segunda parte de la novela algunos personajes
han leído ya la primera y hacen la crítica de la misma. La primera parte será
así el punto de referencia de las discusiones sobre teoría literaria incluidas
en la segunda.
Entre otras aportaciones más, el Quijote ofrece asimismo
un panorama de la sociedad española en su transición de los siglos XVI al XVII,
con personajes de todas las clases sociales, representación de las más variadas
profesiones y oficios, muestras de costumbres y creencias populares. Sus dos
personajes centrales, don Quijote y Sancho, constituyen una síntesis poética
del ser humano. Sancho representa el apego a los valores materiales, mientras
que don Quijote ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal libremente
asumido. Mas no son dos figuras contrarias, sino complementarias, que muestran
la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez.
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